En algunas reuniones laborales, hay quienes llenan sus intervenciones con anglicismos, como si el uso de términos en inglés les diera más peso o autoridad. Expresiones como “tenemos que hacer un brainstorming” o “enviar el deck” aparecen con frecuencia, a veces desplazando palabras perfectamente claras en español. Esta tendencia puede estar ligada al síndrome del impostor, una sensación de inseguridad que algunas personas tratan de compensar mostrando un dominio innecesario de términos extranjeros para proyectar mayor competencia.
Si bien en el entorno tecnológico y de negocios es común que ciertos términos en inglés no tengan una traducción directa, el abuso de anglicismos puede generar desconexión en el equipo. Algunos miembros pueden sentirse excluidos, sobre todo si no dominan el idioma, lo que crea una brecha innecesaria en la comunicación. Además, puede percibirse como una señal de arrogancia o de tratar de impresionar más que de ser claro y directo.
En estos casos, es importante recordar que la comunicación efectiva no depende del uso de términos rebuscados o extranjeros, sino de la capacidad para transmitir ideas con claridad y adaptarse a la audiencia. Usar anglicismos solo cuando realmente aporten valor o no haya una alternativa en español es una señal de respeto hacia los demás.
Los líderes y compañeros de equipo deben fomentar un ambiente donde todos se sientan cómodos y puedan expresarse sin barreras lingüísticas artificiales. Lo que realmente hace importante a alguien en una reunión no es el idioma que usa, sino las ideas y soluciones que propone.
Como decía el escritor Antoine de Saint-Exupéry: "La perfección se logra, no cuando no hay nada más que añadir, sino cuando no hay nada más que quitar".
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