Una ingeniera de software brillante, pero cada vez que surge una oportunidad de liderazgo, se dice a sí misma: "No soy buena hablando en público", "No tengo madera de líder", "Seguro hay alguien mejor que yo". Así, sin darse cuenta, rechaza promociones, evita reuniones clave y deja pasar oportunidades de crecimiento.
Este es un claro ejemplo de creencias limitantes, pensamientos arraigados que funcionan como barreras psicológicas y afectan nuestra percepción de lo que podemos lograr. Son ideas, muchas veces inconscientes, que asumimos como verdades absolutas y que condicionan nuestras acciones.
En el ámbito laboral, estas creencias pueden manifestarse en frases como "No soy bueno negociando", "No merezco un aumento", "Si pido ayuda, pensarán que soy incompetente". Lo peligroso es que no solo influyen en nuestra autoestima, sino que también afectan la forma en que nos relacionamos con colegas y superiores.
La buena noticia es que estas barreras son modificables. Identificarlas es el primer paso. Pregúntate: ¿De dónde viene esta creencia? ¿Tengo evidencia real de que es cierta? Luego, desafíala con hechos: ¿Realmente nunca has sido un buen negociador, o solo tuviste una mala experiencia en el pasado? Sustituye estas ideas por afirmaciones más realistas y constructivas.
Las empresas que fomentan una mentalidad de crecimiento ayudan a sus equipos a superar estas creencias. Talleres de desarrollo personal, feedback positivo y entornos donde se valore el aprendizaje continuo pueden marcar la diferencia.
Como dijo Henry Ford: "Tanto si piensas que puedes, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto."
▸ ¿Has identificado alguna creencia limitante en tu carrera?
▸ ¿Cómo podrías desafiarla para avanzar en tu crecimiento profesional?
▸ ¿Qué rol crees que juega el entorno laboral en la formación de estas creencias?
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