Estaba limpiando unos audífonos que sobrevivieron toda la pandemia, y entre pelusas y nostalgia, me acordé de esos días en que el mundo se caía a pedazos… pero nuestros pipelines seguían funcionando como si nada. 😅
Les cuento una cosa: en mi servicio, DevOps no fue solo una mejora técnica durante la pandemia… fue una tabla de salvación con flotadores incluidos. Cuando todo se volvió remoto, incierto, y con más reuniones por Teams que neuronas despiertas, el hecho de tener un flujo de trabajo automatizado y confiable nos mantuvo en pie. 🚤📦
Se han fijado que DevOps es como ese amigo ordenado que uno no valora hasta que todo se va al carajo. Deploys automatizados, revisiones por pull request, tests en la nube, alertas… todo fluyó. Mientras medio equipo hacía home office en pijama con niños gritando de fondo, nuestros cambios en producción seguían igual de controlados que cuando íbamos a la oficina con camisa y cara de lunes. 🧃🩳
El despliegue de bases de datos, los procedimientos almacenados, incluso los ALTER TABLE
con nombre de guerra... todo pasó por los pipelines como si el mundo no estuviera ardiendo. Y eso nos dio una cosa que era escasa en ese tiempo: tranquilidad.
¿Queremos ir más allá? Obvio. Porque ya aprendimos que si sobrevivimos a una pandemia con DevOps, entonces con un poco más de disciplina podemos llegar a Marte —o al menos a una arquitectura más mantenible. 🪐
Así que sí, DevOps nos salvó. Y ahora, más que una moda, es parte del ADN del equipo. Como el alcohol gel: al principio incómodo, pero ahora no salgo sin él.
Bueno, los dejo que tengo que revisar un pipeline que lleva más tiempo fallando que mi tostadora. Hasta pronto, y recuerden: no deployeen sin amor. 💙🦡🛠️
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