Han visto que siempre cuando uno va al almacén a comprar pan, justo delante tuyo está la señora que parece estar haciendo las compras de la semana… y tú con la paciencia al borde del colapso. Bueno, así pasa con los recuerdos: sentimos que “antes era mejor” solo porque el tiempo ya filtró lo que duele y dejó la nostalgia envuelta en papel dorado.
La verdad, el pasado nunca fue perfecto. Sí, habían cosas más simples, algunos momentos más humanos, menos pantallas y más miradas. Pero también había hartas carencias, injusticias y dolores que ya se nos olvidaron, porque la memoria es mañosa: guarda lo bonito y relega lo feo a un cajón.
Decir que “todo lo pasado fue mejor” es como mirar una película vieja en VHS y jurar que la imagen era espectacular… hasta que la vuelves a poner y ves las rayas, los colores lavados y el tracking que nunca calzaba. Lo que sí fue mejor en el pasado fueron las ganas de seguir, de aprender, de inventar. Y esas ganas no pertenecen al ayer, pertenecen al que se atreve hoy.
El pasado no es un pedestal donde mirar con nostalgia, sino un taller de aprendizajes donde uno se ensucia las manos. Lo importante no es que “antes fue mejor”, sino que ahora tenemos la oportunidad de hacerlo distinto y mejor.
Así que no se queden pegados con la cinta vieja del recuerdo: rebobinen lo que sirva, pero graben sobre lo demás con algo nuevo. 🎥✨
¿Quieres que te arme otra reflexión con más humor negro y sarcasmo sobre este mismo tema, o prefieres que quede en este tono más esperanzador?
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