Han visto que siempre cuando uno va a cerrar una puerta, justo se engancha la manilla con la ropa y uno queda ahí, atrapado, haciendo el ridículo… bueno, así mismo son las semanas: uno cree que ya terminó todo y paf, aparece algo de último minuto que no estaba en el guion.
Pero no se me achiquen. El cierre de la semana no es una meta, es una frontera invisible que uno cruza con la mochila llena de lo bueno y lo malo que pasó. Y ojo, que no se trata de negar las piedras en el camino, sino de aprender a usarlas para construir la próxima escalera.
El fin de semana es como ese respiro antes de seguir remando. Sirve para descansar, pero también para recordar que seguimos vivos, que todavía queda café por tomar, abrazos por dar y problemas por resolver… porque aunque nos pese, esa es la gracia: la vida no se pone en pausa, pero uno sí puede aprender a tomar aire.
Así que, guarden sus enojos en un cajón, suelten un poco el celular y vayan a reírse de algo, aunque sea de ustedes mismos. Que la próxima semana nos va a encontrar igual de locos, pero ojalá un poquito más sabios.
🌞 Que tengan un fin de semana tan bueno, que el lunes se ponga celoso. 🌞
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